Semanario Tarijeño Año 1 Nº 11 - 3era Semana de Diciembre de 2000

     

 

Gracias a Dios el sud también existe
Tarija, la bolsa o la vida
Tarija, alegre, hogareña, confiable y hospitalaria, Todos esos calificativos y muchos más son aplicables a la ciudad y a sus habitante, pero de tan hospitalarios nos pasamos de la raya y ahora tenemos que compartir nuestras calles con los amigos de lo ajeno.
Si antes podíamos transitar por nuestra ciudad con la seguridad y la tranquilidad que nos caracterizaba, hoy es muy normal ver a las personas aferradas a sus carteras como si estas fuesen un salvavidas en mitad del océano. 
Lo peor del caso es que como estamos viviendo los trajines de la Navidad, los ladrones no quieren quedarse sin su aguinaldo y están recurriendo a la violencia a plena luz del día, sin mayores reparos amenazan, presionan y hasta hieren a las personas con tal de llevarse el poco dinero que estas traen. La verdad, hablar del tema no es novedad, nos hemos acostumbrando a esta terrible situación y nos volvimos desconfiados, huraños y hasta groseros, pero es el único modo de defendernos, por que las fuerzas del orden muy poco orden pueden poner, son pocos efectivos para tantos pillos efectivos. Además la policía está ahora en otras cosas más importantes, como defender el negocio de los carnets de identidad que durante años aporto a las arcas de esta institución muchísimo dinero que fue usado para provecho de algunos y beneficio de muy pocos.
Si al transito libre por nuestras calles de los amigos de lo ajeno, se suma el caos que generan los transeúntes y los vendedores ambulantes, que como hongos se instalan en nuestras angostas aceras, tenemos el escenario ideal para que al final de la jornada muchos honrados trabajadores regresen a sus casas enojados, lastimados y despojados por que vivieron en las calles que otrora los albergaban con seguridad, un episodio que preferirán no recordar nunca más, por que puso de manifiesto la debilidad de ser honesto y el poder de los maleantes.
Nunca nadie se recupera del trauma de ser victima de un asalto, siempre queda el mal sabor del momento, la rabia de ser la victima y de no haber podido defenderse, de tener que medir en un instante el valor de la vida y el valor del dinero, algún día tristemente leeremos en un periódico que alguien perdió la vida defendiendo sus pocos billetes y esto puede empeorar por que no faltará quien portando un arma defienda su propiedad y sus valores a punta de pistola y mate a un ladrón. Pero esta será otra noticia que levantará polvareda por que seguro las instituciones que velan por los derechos humanos se encargaran de defender al maleante que en los términos de esta asamblea no merecía morir.
De este tema podríamos decir muchas cosas y buscar las culpas entre lo propio y lo ajeno, usar el argumento de la crisis moral y económica que nos toca enfrentar, o decir que la migración campo ciudad es la causante de lo que ocurre o a lo mejor ir mas lejos y decir que nuestras fronteras son puertas abiertas para los delincuentes foráneos que ya son conocidos en sus países y que vienen buscando un terreno virgen para ejercer su profesión, pero nada de esto sirve para el momento de buscar la solución a este problema, la policía los detiene, la justicia intenta mantenerlos en la cárcel y finalmente las leyes los regresan a nuestras desprotegidas calles para temor de todos.
Nada de lo que hemos hecho hasta ahora sirve, no hay tampoco nada que podamos hacer si nuestras instituciones no mejoran, no estamos listos para enfrentar el robo y la violencia en nuestras calles, a lo mejor encomendarnos a Dios, rogar por mas justicia social, rezar para no ser victimas y seguir agarrando nuestras carteras como si de ello dependiera nuestra vida.

Cristina Bazán Auza

 

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Última modificación: 21 de Diciembre de 2000